Por Antonio Pulido Pastor A pesar que, según dicen los entendidos, la lengua castellana contiene un 40% aproximado de arabismos, se tiende a pensar, y no sin motivo, dada la inducción a que hemos sido sometidos en las precoces nociones históricas con que fuimos rociados en las más tempranas edades escolares, que el léxico castellano con ese origen se reduce meramente al tronco gramatical o semántico de almohadas, benamahomas o guadalquivires. Sin embargo, existen muchas otras de uso frecuente cuya ascendencia es tan desconocida que ni siquiera el diccionario de la Real Academia Española las identifica etimológicamente. En único afán de contribuir a desmitificaciones, eliminar resquemores y contribuir a mejorar la dignidad de lo andaluz y los andaluces, escribo estas líneas sin ningún ánimo de pontificar sobre el tema.
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